Ponerse las botas comiendo hasta reventar. Si comes tanto que ya no puedes moverte del chinchorro, te has jartado con ganas.
Ayer en la fiesta de Pepe, me jarté de empanadas y terminé durmiendo en el sofá como si nada.
Atracarse de comida hasta que no puedas más; cuando te has comido todo lo que sobra como si fuera el banquete final del universo.
Ayer nos jartamos tanto en el cumpleaños de Juan que parecía que estábamos en un concurso para ver quién explotaba primero.
Cuando te mandas una comida lo suficientemente grande como para hacer pensar que no has visto un plato en años. Aquí no se habla de comer, sino de darle con ganas.
Ayer me jarqué tanto de patacones que mi mamá pensó que iba a explotar como una piñata.