Frase que se usa cuando alguien va a sermonear o regañar a otro con todo el repertorio de errores cometidos.
Cuando mi mamá se enteró de que rompí su jarrón favorito, me cantó las cuarenta sin desafinar.
Expresión para cuando decides soltar todo tu repertorio de verdades a alguien que se lo merece, ¡sin pelos en la lengua como buen manchego!
Después de pillarle otra vez con las manos en la masa, fui directo y le canté las cuarenta sin pestañear.