Dícese del amigo maulino que, después de varias piscolas, comienza a hacer las mismas tonteras que su inseparable compañero de copas. Es como un dúo dinámico pero más chistoso.
Después de la quinta ronda, el Tito y el Pancho estaban tan sincronizapos que cantaban hasta los jingles de comerciales antiguos igualitos.