Se usa para referirse a un chisme grande e improbable, que es más invento que verdad.
¡Ni te imaginas el lamparazo que me echaron ayer sobre el vecino y el perro del alcalde!
Se refiere a ese tipo de persona que se cree el más iluminado, pero en realidad no sabe ni prender un bombillo. Muy típico en las tertulias del café.
No me vengas con cuentos, Ramírez, que eres puro lamparazo y aquí todos sabemos cómo es la cosa.