Decir algo con tanta exageración que hasta al pájaro más hablador le parece excesivo. Se usa para mencionar cuando alguien está haciendo promesas al aire (no necesariamente bajo influencia, guiño).
Juan siempre anda asegurando el perico de que va a dejar de beber, pero el fin de semana lo vi otra vez en la cantina contando historias.