Dícese de aquél compa que siempre se emborracha en las fiestas, tanto que ya es parte fundamental del decorado, como un buen jarrón.
Pues ahí viene el Pancho, seguro acaba siendo jarrón otra vez.
En argot madrileño, se usa para describir a alguien que es más bien de adorno; un figurante en la vida real.
El Pablo es un jarrón en las reuniones del curro, siempre está y no hace ni el huevo.