Forma dulce y poética para referirse a alguien muy querido, típicamente esa persona especial que se ganó un lugar en el kokoro como pájaro carpintero. Aquí sonoramente decimos '¡mi corazón de balché!' cuando nos pegó Cupido fuerte con la flecha maya.
No puedo ir al cine sin mi corazoncito de balché, aunque él diga que las palomas sean más románticas...