Estado de plenitud suprema y satisfacción tras haberse dado un banquete que ni la abuela puede igualar. Cuando comes tanto que los botones de la camisa están al borde del abismo.
Después del cumpleaños de tía Juana, me dio una jartura tan grande que tuve que desabrocharme el pantalón para respirar.
Esa sensación de estar más lleno que una piñata en víspera de cumpleaños tras un banquete digno del mismísimo rey Midas.
Después de esa jartura de sancocho, ni me puedo mover del mueble.