Cuando alguien, sin ser necesariamente adulta ni formal, actúa con la elegancia y gracia de una señora bien plantada. Perfecta para esos momentos en que alguien ve una oferta irresistible de tazas o va a tomar café al atardecer.
Míralo nomás, se armó su señorada porque está emocionado por las ofertas en el súper.