Esta expresión desborda barinesidad y se utiliza para señalar que alguien tiene todas las características necesarias para lidiar con la vida campestre: resistente al sol, capaz de montar a caballo sin hacerse pipí encima, y siempre listo para el llanerazo.
Pedro es tan apto pa’l rancho que amenaza con quitarle el título de caporal hasta al mismísimo Florentino.